AUTOR: Wilfredo Gonzales Paco
ENSAYO PARA A: Situacion Sociocultural de Bolivia y Tendencia Paradigmaticas
MAESTRIA EN COMUNICACION INTERCULTURAL
RESUMEN
La diversidad cultural como realidad y objeto de debate, en los últimos años ha merecido una atención creciente. Sin reducir el complejo campo, dos han sido las formas concretas de planteamiento: El multiculturalismo y la interculturalidad. El primero desde y para sociedades de democracia liberal en cambio el segundo desde sociedades abigarradas para construir otro orden societal. En Bolivia, en los 90, el multiculturalismo neoliberal no tuvo éxito por el contrario configuró una condición de paradoja; los indígenas reconocidos como ciudadanos se articularon y movilizaron hasta poner en jaque mate al Estado neoliberal. Desde el 2000 la interculturalidad en Bolivia ha entrado en una construcción que va más allá de la relación dialógica entre culturas para constituirse en un desafío complejo de construcción de nuevas relaciones de fuerza, nuevas institucionalidades y nuevo sistema de creencias de manera complementaria con procesos como la intraculturalidad, descolonización y decolonialidad.
Palabras claves: Multiculturalidad, interculturalidad, construcción nacional, sociedades abigarradas, movimientos sociales, minorías étnicas.
INTRODUCCIÓN
¿Cuáles son las convergencias y divergencias constitutivas de la multiculturalidad planteada por Kymlicka y la interculturalidad forjada desde los movimientos social/indígenas de América Latina; a partir de qué problemas y con qué horizontes de visibilidad se fundan; en qué consisten sus principales análisis y propuestas y cuáles son sus limitaciones y alcances para la construcción de un Estado plurinacional tal como se ha propuesto la Bolivia del siglo XXI?
Sociedades de democracia liberal: Lugar de enunciación del multiculturalismo
Todo texto tiene su con-texto. En ese marco, un primer aspecto a tener presente a la hora de revisar la multiculturalidad e interculturalidad es identificar y analizar desde dónde, a partir de qué problemas o desafíos y con qué proyecciones se han ido construyendo.
La multiculturalidad, trabajada por Kymlicka, se pronuncia desde sociedades occidentales de democracia liberal. Desde ella desarrolla su teoría liberal sobre la multiculturalidad a partir de una preocupación concreta pero compleja: “La integración de la diversidad etnocultural (y los inmigrantes) en las democracias liberales” (2003:20) siendo su referente específico la diversidad cultural de Canadá. En esas circunstancias se plantea una preocupación que activa su interés intelectual pero a la vez su compromiso social: ¿Qué perspectiva tienen las minorías étnicas y los inmigrantes frente a un Estado que ha iniciado un proceso de construcción nacional?
Desde la postura del autor: Integrarse o vivir en una situación de aislamiento voluntario.
Pero ¿Integrarse a qué? A una cultura societal. El argumento es que “la pertenencia a una cultura societal (…) es necesaria para la libertad e igualdad liberales” (2003:79).
Siguiendo esa ruta de razonamiento, el autor reconoce que en el caso de los inmigrantes el proceso de integración es más viable que en el caso de las minorías étnicas, puesto que al dejar sus países de origen han optado por integrarse a una nueva sociedad. De no darse ésta integración los grupos inmigrantes correrían el riesgo de quedar en situaciones de marginalidad. En este sentido el rol del Estado consiste en promocionar la integración y reformar las instituciones de manera que sean espacios de tolerancia y práctica etnicocultural.
En cambio, “esperar que los miembros de las minorías nacionales se integren en las instituciones de la cultura dominante no es ni necesario ni justo” porque “la libertad de los miembros de las minorías nacionales implica la capacidad de vivir y trabajar en su propia cultura societal” (Kymlicka, 2003:81). En cuyo caso sostiene el autor que el objetivo “no debería ser la asimilación de la cultura minoritaria, sino más bien liberalizarla de modo que pueda convertirse en el tipo de sociedad de ciudadanos libres e iguales que el liberalismo se propone lograr” (2003:82).
Kymlicka reconoce que “en todo el mundo, los Estados multinacionales tienen problemas” (2003:129) frente a los cuales “muchos se han mostrado incapaces de crear o conservar un sólido sentido de solidaridad entre las filas etnonacionales” (2003:129) y para que esas crisis no desemboquen en secesiones, hay que desarrollar “medios eficaces para acomodar a las minorías nacionales”. Una de esas formas de acomodación en sociedades modernas, occidentales y de democracia liberal, según el autor al que hacemos referencia, es el Federalismo democrático.
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El federalismo democrático respetaría “el deseo mostrado por los grupos nacionales de permanecer autónomos y también respeta su deseo de conservar su particularidad cultural…” (2003:130) la experiencia dice Kymlicka da cuenta que “las federaciones democráticas (…) han logrado un sorprendente éxito en cuanto a dar acomodo a los nacionalismos minoritarios” (2003:131) el problema es que la teoría política no ha logrado construir, precisamente, una teoría liberal de los derechos de las minorías que dé mayor sustento tanto a las experiencias locales como al desafío de otro Estados multinacionales.
Frente a la brecha entre lo que existe en la realidad como experiencias exitosas y lo que propone la teoría política, Kymlicka emprende la construcción de una teoría política que ayude a comprender y a valorar las prácticas de construcción nacional y el derecho de las minorías.
En todo caso, el autor deja sentado que “el meollo del multiculturalismo en Occidente estriba en cómo interpretar los principios liberal democráticos, no en decidir si esos principios son legítimos o no” (2003:90). Esto es que el multiculturalismo de Kymlicka no tiene como propósito poner en cuestionamiento la sociedad y estado liberal sino, desarrollar teoría política para facilitar un acomodamiento más justo y real tanto de los inmigrantes como de las minorías étnicas a un orden establecido. Precisamente por esos motivos el multiculturalismo, en la línea propuesto por el autor citado, en Bolivia fue inviable.
El multiculturalismo en Bolivia no funcionó
En Bolivia durante el primer gobierno de Sánchez de Lozada (1993 – 1997) el Congreso reforma la Constitución Política del Estado declarando la constitución de un país multiétnico y pluricultural y estableciendo las bases para la implementación de una serie de reformas, llamadas de segunda generación, entre las que se pueden destacar: La ley de participación popular, la ley de reforma educativa, la ley de descentralización, etc. Reformas que van más en sintonía con los sentidos de la multiculturalidad; Nancy Grey denomina a este proceso “multiculturalismo respaldado por el Estado (neoliberal…) resultado de articulaciones estratégicas entre el Movimiento Nacionalista Revolucionario y los pueblos indígenas” (2009:183). Desde la comprensión de Grey, a pesar de todo, uno de los legados del multiculturalismo neoliberal de los noventa fue contribuir a la “producción de los sujetos indígenas” (ibíd.:309).
La paradoja es que “las reformas habilitaron a los ciudadanos, especialmente los ciudadanos indígenas, para actuar en contra de las limitaciones permanentes del multiculturalismo y los costos de la política económica neoliberal” (ibíd.:312). Lo que quiere decir que el multiculturalismo de base liberal o neoliberal en sociedades y Estados que reconocen simbólicamente a los indígenas pero continúan negando sus posibilidades de mejorar su situación demostrando incapacidad para disminuir los altos niveles de desigualdad y exclusión y de transformar las condiciones de colonialidad no resulta una propuesta política sólida.
En ese sentido, como ya señalamos arriba, en Bolivia el multiculturalismo, en su versión (neo)liberal tiene menos posibilidades para constituirse en un campo político – cultural capaz de coadyuvar a la construcción de un estado y nación a la imagen de las sociedades de la modernidad occidental.
La interculturalidad forjada por los movimientos indígenas latinoamericanos hunde sus raíces en sociedades abigarradas
La interculturalidad promovida, en general en el escenario latinoamericano y en particular en Bolivia en y desde la perspectiva de los movimientos sociales, principalmente indígenas, tiene sus diferencias y singularidades en relación al multiculturalismo propuesto por Kymlicka.
Una primera es que se va construyendo en condiciones de sociedad y estados de formaciones sociales abigarradas y la emergencia de movimientos sociales en condiciones de crisis constitutiva.
Según Zavaleta Mercado “una formación social abigarrada se caracteriza (…) por la coexistencia de diversas temporalidades o tiempos históricos (…), la diversidad de formas políticas y de las matrices sociales de generación” y se da en sociedades “como la boliviana donde el capitalismo se ha desarrollado débilmente (…donde) el tipo de unidad política (…) que se logra articular a nivel del estado, es en consecuencia, también altamente aparente…” (Tapia, L. 2002:308 - 309).
En Bolivia, en los últimos diez años, han surgido movimientos sociales como “actores colectivos plurales conformados por una variedad de organizaciones dotadas de intereses propios, que se proponen definir un objetivo común, un cambio social, cultural o político que permita que sus intereses sean reconocidos” pasando de movimientos reivindicativos a “movimientos socio-políticos estructurales” con la intención de “promover un nuevo orden estatal” lo que implica “tomar el control del Estado” (García, L., 2004:4-5).
Entre el 2000 y 2005 Bolivia asiste a una crisis de época, en ella emergen con una fuerza sin precedentes la memoria larga (desde la colonia), mediana (la república) y corta (neoliberalismo) de las luchas principalmente indígenas y desde ella no sólo poner en cuestionamiento lecturas y modelos liberales y neoliberales de Estado, construcción de lo nacional, democracia, política, economía y cultura si no agendar nuevos marcos discursivos fecundados en una historia condenada al silencio y la actuación marginal, inaugurando de esta manera la posibilidad de que “otros órdenes” son posibles.
En esas circunstancias la interculturalidad no puede ser entendida sólo como “la relación entre personas y grupos sociales de diversa cultura…” a través de “actitudes e intercambios que esta relación pueda suscitar” considerando que “lo primario en la interculturalidad son estas relaciones interpersonales, pues la cultura es siempre un producto humano y son, por tanto, las personas y grupos sociales productores de cultura los que ante todo se relacionan en este intercambio. Lo demás ya es algo derivado, sea material o conceptual” (Albó, X., 2006:48).
La interculturalidad, en el caso boliviano, se va construyendo desde una matriz más compleja que, sin descartar, la mera relación basada en las actitudes se aproxima más al “reconocimiento de espacios de posibilidades (que) hasta el momento no se reconocían por estar excluidos de la lógica de un orden estatal” (Zemelman, H., 2007:27); un estado monocultural (Tapia, L.,2002; García, L., 2004) incapaz de reconocerse y construirse desde la pluralidad cultural en su “armazón de fuerzas sociales”, “sistema de instituciones” y “sistema de creencias movilizadoras” (García, L., A. 2004:31-32).
En sociedad y estados abigarrados, es decir no plenamente capitalistas, donde “la condición más fuerte y frecuente no ha sido la de estado-nación sino la de países multisocietales” (Tapia, L., 2002:11) la interculturalidad no es relación sólo de diferentes culturas sino la relación de distintas sociedades (Tapia, L., 2002), la construcción de espacios de vigorización de sujetos sociales históricamente marginados, la voluntad y decisión de transformar el Estado. Desde otro escenario, también latinoamericano, Walsh, K. señala que “la interculturalidad tiene una significación (…) ligada a las geopolíticas del lugar y del espacio, a las luchas históricas y actuales de los pueblos indígenas y negros y a sus construcciones de un proyecto social, cultural, político, ético y epistémico orientado a la descolonización y a la transformación” (2007:175).
En esas condiciones, no es posible entender la interculturalidad desvinculada de los procesos de descolonización y decolonialidad; de la vigorización intracultural; del agenciamiento de otras racionalidades desde donde sea posible construir otros “ámbitos de sentido” teniendo “nuestro mundo de vida como referente empírico pero también epistémico” (Zemelman, H., 2007:39). “Empezar a pensar ciencia política y sociedad de otro modo, desde lugares “otros” y con intelectuales para quienes el punto de partida no es la academia (o sólo ella) sino proyectos políticos-epistémicos de la interculturalidad y decolonialidad, podría abrir caminos, caminos que incitan vuelcos en las geopolíticas del conocimiento (Walsh, K.,2007:226).
CONCLUSIONES
Mientras la multiculturalidad propuesta por Kymlicka no busca el cuestionamiento estructural de las sociedades y democracias liberales desde donde es construida, la interculturalidad enunciada y ejercida desde los movimientos sociales bolivianos, y latinoamericanos, no sólo cuestionan las bases liberales sino que ponen en evidencia la crisis del sistema de instituciones, sistema de creencias y relaciones de fuerzas social del Estado neoliberal provocando el desmoronamiento de la estabilidad y funcionamiento del Estado e inaugurando otra propuesta.
No obstante, la multiculturalidad, en el marco de sociedades de democracia liberal, se constituye en una posibilidad estratégica para mejorar las condiciones de integración (caso inmigrantes) y/o de coexistencia en el caso de las minorías étnicas. Desde ese punto, el aporte de Kymlicka es enorme.
De todas formas habrá que señalar que la multiculturalidad en sí mismo no es funcional con el orden establecido. En Latinoamérica existe una corriente, impulsado por Freire y sus seguidores, que propone el multiculturalismo emancipador. Cuyo abordaje excede las pretensiones del presente ensayo.
La interculturalidad, boliviana y latinoamericana, implicada a procesos de descolonización y decolonialidad abre mayores posibilidades, que el multiculturalismo normativo, de construcción en diversos campos: La política, la ciencia, lo epistémico, entre otros
BIBLIOGRAFÍA
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García Linera, Álvaro:
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- La crisis de Estado y las sublevaciones indígena-plebeyas, en memorias de octubre coautoría con Prada, Raúl y Tapia, Luís, La Paz – Bolivia, Muela del diablo editores, 2004
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- La producción del conocimiento local: Historia y política en la obra de René Zavaleta Mercado, La Paz – Bolivia, Muela del diablo editores, 2002.
- La condición multisocietal: Multiculturalidad, pluralismo, modernidad, La Paz – Bolivia, CIDES-UMSA/Muela del diablo editores, 2002.
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- (De)colonialidad e interculturalidad epistémica: Política, ciencia y sociedad de otro modo. en Educación superior, interculturalidad y descolonización, Programa de Investigación Estratégica de Bolivia y Comité Ejecutivo de la Universidad Boliviana, José Luís Saavedra (compilador), La Paz Bolivia, 2007
Zemelman M., Hugo y Quintar, Estela, Conversaciones acerca de interculturalidad y conocimiento, México, Instituto Politécnico Nacional e Instituto Pensamiento y Cultura en América Latina, 2007.
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